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Cuando la ficción se convierte en realidad

  • Fernando Mendoza C.
  • 20 may 2017
  • 5 Min. de lectura

Gran parte de mi época escolar, tuve vacaciones trimestrales. 2 semanas en junio y 2 semanas en septiembre. Mis primos no entendían, y yo tampoco, porque cuando yo iba para sus casas de vacaciones ellos tenían clases, y cuando me venían a visitar desde el sur, yo tenía que ir al colegio. Tampoco entendía porque en julio nadie iba al colegio, y yo si. Lo mismo pasaba en septiembre. Quizás era más fácil tener las vacaciones juntos pensaba para mí mismo.


Por ese motivo, el 11 de septiembre del 2001 estaba durmiendo en mi casa. Me despierta mi madre diciéndome las siguientes palabras:


- Me acaba de llamar tu tía Pilar diciéndome que un avión choco una de las torres gemelas en Estados Unidos


- ¿Enserio?


- Si, ¿quién habrá sido?


- Quizás fue Saddam Hussein


Me di vuelta en la cama para seguir durmiendo. Eran casi las 9 de la mañana y las intenciones de levantarme eran nulas. Pero de a poco, la lucidez se fue apoderando de mí. Desperté a la fuerza. Rápido. Muy rápido. Era imposible seguir durmiendo habiendo escuchado esa frase. Salté de la cama y clavé los ojos frente al televisor. Las torres gemelas. Una ardía y la otra no. En esos primeros minutos del caos, se dijo que era un accidente. Recordé algunas fotos de mis compañeros de curso en el mirador del último piso de la torre más alta. De vuelta de las vacaciones, era usual que las profesoras mandaran aquella tarea de traer fotos de las vacaciones. Era usual ver una o dos fotos de alguno de ellos o ellas posando frente a la inmensidad de Nueva York. Me parecía curioso que hayan hecho dos edificios gigantescos iguales. ¿Porqué dos?


Como una película brillante, como un guión perfecto, como una obra de ficción aterradora, la trama de este día se empezó a desencadenar con una velocidad alarmante. En menos de 10 minutos que llevaba viendo televisión, otro avión choco la otra torre. Una bola de fuego gigantesca envolvía la torre que hasta ese instante estaba intacta. La cara de los periodistas se desencajaba lentamente. Las palabras empezaban a cambiar de tono. No habían palabras para describir lo que pasaba, parecía un sueño, una mentira, una ilusión. Como describir lo que nunca hemos visto. Donde encontrar esas palabras que no existen. Para narrar lo que no existe. Con el paso de los minutos, empezaba a escuchar frases tales como: “América está bajo ataque”, “se acaba una era y empieza otra”, “es el primer ataque en el suelo Estados Unidos después de Pearl Harbor”. Que raro. En Estados Unidos. Era el futuro, los edificios altos, lo avanzado. No entendía nada. Nadie entendía nada. Y se notaba.


Hago zapping. Todos los canales de televisión muestran lo mismo. Incluso MTV. Si MTV muestra noticias significa que este hecho es muy importante. Esta noticia es distinta a las demás. Nunca MTV ha mostrado noticias. Nunca todos los canales se habían coordinado para transmitir un hecho en vivo. Por lo menos en mi vida. La guerra del golfo fue algo similar. La guerra se transmite en vivo por primera vez en el año 1991. 10 años después se transmite otra guerra, en otro formato, pero guerra finalmente. Los canales de películas también mostraban ese espectáculo de las torres quemándose. Quizás como si fuese una película, pero no lo era. La ficción se convertía en realidad, la imaginación era un hecho concreto y real. Que perdición, que incertidumbre.


Después vino el pentágono, los rumores apuntan a que la Casa Blanca es la siguiente. Veo como hombres fuertemente armados evacuan la Casa Blanca. El día que nunca pensaban que iba a llegar, llegó. El ataque podía pasar. Si pulverizaron uno de los edificios más altos del planeta, esa casita se veía casi desnuda frente a los atacantes. La tensión se hacía inaguantable. Todo era factible.




No había estado despierto más de dos horas, y todo se desmoronaba a una velocidad preocupante. Dan la orden de aterrizar todos los aviones del espacio aéreo Estadounidense. Se desata el pánico, el miedo. Inesperadamente colapsa una torre. Desaparece en segundos una mole de cemento y vidrios. En menos de un minuto. Una gigantesca nube de humo, escombros, papeles y cenizas se traga a una de las capitales mundiales. Una ciudad icónica en el colectivo mundial. El día se convierte en noche. La gente sale cubierta de cenizas como si un volcán hubiese reventado sobre ellos. Esa imagen de esa nube de humo oscureciendo todo me marcó a fuego. Era como un apocalipsis, pero circunscrito a Manhattan. Cuantos creyentes y lectores de la Biblia pensaron que el fin había llegado. Quizás los que fueron tragados por el humo sintieron que todo se acababa. Sus propias vidas, su forma de vivir sus vidas, la civilización moderna, la libertad que encarnaba esa tierra de inmigrantes. Ellos que hace 10 años habían derrotado al comunismo e incluso se atrevieron a decir que la historia se había acabado. Pero no. La historia nunca se acaba. Caras desencajadas, apenadas, importadas y adoloridas. Algunos ahogados en cenizas. Toda la ciudad camina alejándose del infierno. Si cayó una torre, debería caer la segunda. Solo sería cosa de tiempo. El guion no deja de sorprender. Se repite la misma escena con la primera torre. En menos de un minuto, se convierte en ceniza, en pasado. Un edificio de más de 100 pisos. Desaparecen los dos edificios en una mañana. La fisonomía de la ciudad se transforma por completo.


Antes de almuerzo, el ataque había terminado. En una mañana cambió todo el destino de la humanidad. Las imágenes las repiten, una, cien, miles de veces. En todos los canales. Pasan las horas y se empiezan a hablar de los sospechosos. Es un acto de guerra. La gente quiere venganza, hay que castigar, las cosas no pueden quedar así “América bajo Ataque” era el titular de CNN. Era el terrorismo. La nueva forma de guerra.

Al atardecer, empiezan a transmitir imágenes de Kabul. Muestran a gente con barbas y turbantes hablando en canales árabes. Los canales occidentales transmiten canales árabes. Veo el árabe. Me sorprende. Escriben con serpientes y puntitos. Esa barra de noticias que usualmente ponen los canales de noticias para mostrar los titulares en la parte inferior de la pantalla, corría para el lado contrario que el nuestro. En CNN esa barra corría de izquierda a derecha, en los canales árabes lo hacían para el lado contrario. ¿Cómo leerán?. Muestran unas imágenes de unas explosiones en la capital de Afganistán. Muestran unas imágenes de pésima calidad. Se ve montañoso y muy oscuro. Se ven unas tímidas luces que alumbran la ciudad. Se siente tan lejano, tan ajeno. Como si fuese otro planeta que nos estuviera atacando. George W. Bush se dirige a su país y al mundo la noche de ese martes. Calma a la población y asegura cazar a los responsables. En el año 1973, el 11 de septiembre también cayó martes.




El día había terminado, pero mañana empezaría otro. Y nada prometía que sería uno bueno.





 
 
 

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