Invierno en El Cairo - Parte 1
- fnmendoz
- 21 may 2017
- 4 Min. de lectura
El año 2011 hice un viaje al Medio Oriente con mi Familia. Partimos por Egipto, después fuimos a Israel, Jordania, Siria y finalmente terminamos en los Emiratos Árabes Unidos.
En el mes de diciembre del año 2010, un joven tunecino llamado Mohamed Bouzazi se inmoló frente al edificio municipal de la ciudad de Sidi Bouzid. Mohamed era un vendedor ambulante en el mencionado lugar. Su carrito fue destrozado y los alimentos que él tenía para vender fueron confiscados por las autoridades, al no tener los permisos necesarios para hacer su trabajo. Al intentar recuperar sus pertenencias, fue ignorado por los responsables de los hechos ocurridos.
Quedando herido de gravedad, Mohamed fue internado en un hospital. La opinión pública quedó electrificada por este hecho, lo cual, derivó en el inicio de una ola de protestas a lo largo del país. La muerte de Mohamed unos días más tarde solo intensificó el movimiento ciudadano en contra del gobierno. Finalmente, el 14 de enero del año 2011, Zine Ben Ali, el presidente y dictador de Túnez, debió renunciar y raudamente escapar de las enfurecidas masas. Abruptamente, su presidencia de 17 años llegaba a su fin. Aquel día de enero yo estaba en Aswan, en el extremo sur de Egipto, empezando un crucero por el río Nilo. Incrédulo, nuestro guía nos contaba que hace instantes, en Túnez, el presidente había renunciado. Le preguntamos si él creía si era posible que se replicara esa situación en Egipto, su respuesta fue negativa, argumentando que el precio pan estaba barato por a causa de algunas medidas implementadas por el gobierno. La gente estaba tranquila a consecuencia de eso.
El 18 de enero volvimos al Cairo, en donde nos asignaron un nuevo guía. También preguntamos si él creía que era posible que pasara en Egipto lo que pasó en Túnez. Puso una cara de resignación. Nos dijo que era muy poco probable, casi imposible que algo así pasara. Las masas estaban muy poco interesadas en la política, al haber tenido un mismo presidente hace 30 años. No había interés ni ganas de marchar y protestar, por lo que la situación seguiría igual por mucho tiempo más.
Volamos a Israel el día 20 enero. Al ser asegurados por tanta gente que nada pasaría, olvidamos el tema por completo. El 25 de enero, estábamos en Tel Aviv. Al llegar al hotel por la tarde, prendí la televisión y veo las imágenes que llegan en vivo desde el Cairo. El centro de la ciudad estaba atestado de gente pidiendo la renuncia del presidente. Recordábamos perfecto la plaza Tahrir, epicentro de las protestas. Que quedaba muy cerca de nuestro hotel. Incluso, se podía ver a lo lejos de la ventana de la pieza del hotel.
El breve cuento que viene a continuación pone al lector en la perspectiva de un ciudadano egipcio que decide ir a unirse a las masas en contra del gobierno corrupto. Las redes sociales fueron instrumentales para el éxito de la convocatoria a la protesta. Un grupo en Facebook, de más de 80000 personas, fue una de las piezas claves para organizar a la población. Algunos nombraron a esta revolución, como la revolución de Facebook, a causa de la influencia que tuvo la red social en los hechos ocurridos.
Los cuentos que se publicarán mañana y pasado, se basaran un poco en la experiencia que nos podría haber tocado si es que nos hubiésemos ido sólo cinco días más tarde de esa ciudad.
Me despierto temprano en la mañana y me conecto a Facebook. Después de unos días sin hacerlo. Me doy cuenta que todos mis contactos están comentando sobre una protesta en contra de la situación del país. ¿Una protesta? ¿Cuándo hemos hecho eso? En mis 20 años de vida nunca se me había ocurrido que la gente podía organizarse e ir a hacer valer sus derechos. Veo que la protesta está programada para el 25 de enero. Hoy! Hoy es 25 de enero. Se me estremece el cuerpo. Una protesta. Una protesta. ¡Una protesta! . Me visto en un instante. Sin darme cuenta me encuentro en la calle, caminando hacia el centro de la ciudad, de mi ciudad. Mientras más me acerco a mi destino, más gente se une en mi camino. Llego al río Nilo. Los puentes están atestados de gente caminando hacia el centro. Con el paso del tiempo la efervescencia crece. Las masas no paran de llegar hacia la plaza. Queremos trabajo, mejores condiciones de vida, que el estado no nos reprima. Que el estado no nos ahogue. Que el estado nos de espacio. Gritamos, reclamamos, vociferamos, nos unimos en una sola voz, siento a Ala más cerca que nunca. Es la hora del rezo. Miro al cielo, tengo esperanza en el futuro. En mi tierra. Juntos le ganaremos a esta manga de ladrones. La gente es demasiada y el estado se preocupa. Se da cuenta que al permitir a la gente gritar están poniendo su propia supervivencia en juego. Nos disparan, nos tiran gases, nos golpean, nos gritan. Nos quejamos, nos descargamos, reclamamos, exigimos. 30 años gobernados el mismo faraón. Supuestamente es un presidente pero es un faraón. Los combates se relajan un poco. La protesta es en su mayoría pacífica. Pero en algunos puntos estalla esporádicamente la violencia. La cantidad de gente sigue creciendo y creciendo. Todas las voces se funden en una. Algunos reclaman por algunas cosas, otros por otras, pero todos quieren lo mejor para el país. Todos sienten que estando en ese instante en las calles están haciendo valer su voz. Todos sienten que se están fundiendo con la historia de esta tierra al marchar en contra de la tiranía. La sensación es abrumadora. Si aguantamos como lo hicieron en Túnez se irán todos los ladrones. El sol se desvanece, siento el frío del invierno del desierto africano. No nos vamos a nuestras casas. No nos movemos de aquí. Dormiremos. Esperaremos. Exigiremos. Que se vaya el gobierno corrupto, que se vayan todos. ¡Dios es grande! ¡Egipto es grande!
Comments