top of page

Los otros campos

  • fnmendoz
  • 30 mar 2018
  • 4 Min. de lectura

Los campos de concentración, han pasado a ser unos de los ejemplos más iconicos para intentar de retratar y entender la tragedia que significó para la humanidad como conjunto, la historia del siglo XX. Enormes complejos penitenciarios, organizados y financiados por los propios estados, usualmente administrados por intolerantes y amenazantes burócratas, que reiteradamente demostraban al prisionero, el poder absoluto que poseían sobre ellos. El individuo era despojado de su sensación de humanidad, convirtiéndolo en un mero objeto bajo completa disposición del régimen que por distintas razones, no aceptaba la participación de aquellas personas dentro de la sociedad que creían estar construyendo.


Sin duda que Auschwitz pasó a convertirse en uno de los casos paradigmáticos para el imaginario colectivo sobre la brutalidad que caracteriza a aquellos infames lugares. En aquel caso puntual, el impacto de constatar cómo la racionalidad humana mezclada con avances tecnológicos, fueron utilizadas de una manera tan descarnada con la intención de hacer desaparecer a poblaciones enteras, aterra. Millares de personas, desnudas y humilladas, fueron llevadas a la fuerza hacia las cámaras de gas, y después de muertas, fueron hechas cenizas por los hornos crematorios dentro del recinto. Otras, fueron obligadas a trabajar por varios años, en condiciones ínfimas. Todo, alimentado por un odio propagado desde la punta del sistema hasta sus propios cimientos.


Pero, el régimen Nazi, no fue el primero (ni tampoco el último) en utilizar estos lugares como una forma de contener y neutralizar a los “enemigos” del estado. No debe olvidarse que la Unión Soviética, también creó una extensa red de campos de concentración, a lo largo del gigantesco territorio que la constituía. Este sistema, no solo fue más grande en número de campos operativos, sino, estuvo operativa por un tiempo bastante más largo. La famosa palabra GULAG (que en castellano se traduce a Dirección General de Campos de Trabajo) fue el organismo encargado de planear y dar funcionamiento a aquellos lugares. Fue creada en el 1930 para ser disuelta en el 1960.



Los puntos rojos representan los lugares en donde operaron aquellos campos.



Dentro de los cientos de centros de detención establecidos a lo largo del gigantesco territorio soviético, el campo de “Kolymá”, podría ser identificado como uno de los cuales que deja en mayor evidencia los dantescos excesos producidos durante la existencia del sistema de GULAGS. Aquel campo, se construyó en uno de los lugares más recónditos y extremos de la ya desaparecida Unión Soviética. Ubicado en el extremo este, las temperaturas en el invierno podían incluso llegar por bajo los -45 grados Celsius. El viaje en tren, podía durar casi tres meses. Pero, solo para llegar Vladivostok, en donde, era necesario tomar un barco que llegaría al destino, debido a que era imposible hacerlo por tierra.

Ubicación de Kolymá, actualmente, en Rusia.


Posteriormente, los convictos eran puestos a trabajar para extraer los diversos minerales y materiales existentes en la zona. De mayor interés, era el oro, que existía en abundancia. Las condiciones de vida, que para todo prisionero eran precarias y extremas, podían empeorar considerablemente dependiendo del supuesto crimen cometido por el individuo. Los prisioneros se dividían en dos principales grupos. Por un lado, aquellas personas que habían cometido crímenes o actos de delincuencia, mientras que los otros, eran individuos que habían cometido crímenes políticos. Aquellos que eran delincuentes o pequeños criminales, tenían un status preferencial. Recibían mejores raciones, tenían trabajos menos demandantes que los prisioneros políticos, quienes eran esclavizados y obligados a extraer los minerales existentes en el lugar. Si bien, los prisioneros políticos eran mayor en cantidad, los prisioneros corrientes tenían una posición de poder tolerada por los propios guardias del campo, permitiéndoles abusar de ellos. Podían quitarles sin problema, alguna de sus escasas pertenencias, golpearlos fuertemente, e incluso, asesinarlos.

Un libro que entrega un testimonio acerca de la existencia de aquel lugar, es “Relatos de Kolymá” de Varlam Shalamov, quien entrega un agobiante pero brillante relato acerca de sus experiencias en el GULAG. En el año 1929 fue arrestado y condenado por tres años a trabajos forzados por su pertenencia a un grupo pro-trotkista. Pero su libro, trata de su segunda detención. Durante la gran purga del año 1937, fue enviado a Kolyma como preso político por un periodo de cinco años, que finalmente, se extendería hasta el año 1951, es decir, por catorce años. El propio Alexander Solzhenitsyn, reconoce que la experiencia en el GULAG de Shalamov fue “más agria y larga que la mía, y digo con respeto que recae en él, y no en mi, el hecho de tocar aquel fondo dentro de la brutalización y desesperación hacia la cual la vida en el campo nos llevó”.


Varlam Shalamov

El libro, que se constituye de una decena de historias cortas, retrata diferentes aspectos de la vida en el campo. La rutina diaria, la relación con otros presos, la relación con los funcionarios del campo, son todas tratadas en un lenguaje muy directo y puntual, con un relato que perfora cualquier sensibilidad. Aquel libro ofrece una excelente oportunidad para tratar de entender otras tragedias que ocurrieron en el siglo XX. El odio y la violencia que lo caracterizó, afectó a muchos más lugares que podemos imaginar. Aquellas páginas no solo son un testimonio de acontecimientos, sino una reflexión del hombre y la vida ante circunstancias tan inverosímiles, creadas racional y voluntariamente por un grupo de personas, que denigraron y odiaron a tantos otros.


-----


We’d all learned meekness and had forgotten how to be surprised. We had no pride, vanity, or ambition, and jealousy and passion seemed as alien to us as Mars, and trivial in addition. It was much more important to learn to button your pants in the frost. Grown men cried if they weren’t able to do that. We understood that death was no worse than life, and we feared neither. We were overwhelmed by indifference.


Habíamos aprendido a ser mansos y también olvidado como sorprendernos. Carecíamos de orgullo, vanidad o ambición, y los celos y pasión nos parecían tan alienígenas como el planeta Marte, y triviales, por lo demás. Era mucho más importante saber como abrocharse tus pantalones en el frío. Hombres podían llegar a llorar si no eran capaces de hacer eso. Entendíamos que la muerte no era peor que la vida, y no le teníamos temor a ninguna. Estábamos saturados por la indiferencia.

Varlam Shalamov

Relatos de Kolymá


 
 
 

Comments


Donar con PayPal

Presentado también en

 ¿Te gusta lo que lees? Dona ahora y ayúdame a seguir elaborando noticias y análisis. 

© 2023 por "Lo Justo". Creado con Wix.com

bottom of page