La guerra más grande de la historia (1)
- fnmendoz
- 4 ago 2018
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La segunda guerra mundial fue el enfrentamiento armado más sangriento de la historia del ser humano. El número de muertes acarreado por el conflicto, entre civiles y militares, se estiman aproximadamente entre 60 a 80 millones de personas.
De esta cifra, se calcula que sobre 30 millones de personas, lo hicieron en el frente oriental del conflicto, iniciado tras la invasión de Alemania a la Unión Soviética.
La mayoría de esas muertes, fueron civiles.
El país que más muertes registró como consecuencia de la guerra, fue la ex Unión Soviética. Las últimas estimaciones apuntan que 27 millones de soviéticos, tanto civiles como militares, desaparecieron del planeta. Según las cifras que se utilicen, los soviéticos podrían llegar componer casi la mitad de todas las pérdidas humanas a lo largo de aquellos años.
Recuerdo en Moscú haber ido a un museo de la segunda guerra mundial, a la cual, los ahora ex soviéticos, llaman la Gran Guerra Patriótica. Sin expectativas, entré a una gran sala en donde colgaban 27 millones de finos hilos de metal. Una por cada una de las víctimas…
(La primera vez que uno lee estas cifras se estremece, y rápidamente ya quiere olvidarlas y esconderlas con el pie debajo de la alfombra.)
Este dato en particular, para muchos de nosotros que nacimos y fuimos educados en la "cultura occidental" nos descoloca. Este capítulo de la guerra resulta misterioso, exótico, anecdótico, lejano, o simplemente, irrelevante. Muchas de nuestras imágenes mentales de provienen principalmente de las películas alusivas a hechos ocurridos en el frente occidental. Esencialmente, se habla de Dunkerque, o bien, los bombardeos aéreos a Inglaterra, el día D, la Batalla de Berlín o acerca de la ocupación nazi en Francia, como en “Bastardos sin gloria”
¿Y qué pasó con esas 27 millones de personas? ¿Donde están en nuestra memoria? Qué pasó con ese sufrimiento? ¿Sobretodo el de civiles? Mujeres, niños, hombres, abuelos y abuelas, primos, sobrinos….
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Dentro de la historia de la segunda guerra mundial, es el frente Oriental que rompe muchos de los récords registrados en el conflicto. Por una parte, las batallas peleadas en él, se dieron a lo largo de un espacio geográfico de un tamaño nunca antes visto. Por otra, nunca tanta gente había muerto como consecuencia de un conflicto armado. De estas muertes, jamás, habían perdido la vida tantos civiles en relación a las muertes militares.
Se calcula que casi la mitad de las muertes de la guerra, fueron civiles de los países aliados.
En ningún momento previo ocurrido anteriormente, una guerra ha afectado de tal forma la vida, y a su vez, causado tanta muerte a personas inocentes. Lo anterior, viéndose cruelmente intensificado por el frío, el hambre artificialmente creada por los ejércitos, o bien, la violencia ideológica y racial promovida por el régimen alemán. Gran parte de los campos de exterminio de judíos, gitanos, homosexuales y otras personas no dignas de pertenecer a la nueva raza alemana, perversamente ideada desde el régimen nazi, se localizaban en el frente oriental.
El frío, que quizás pasa un poco desapercibido dentro de tanta brutalidad, no es un dato menor. Los inviernos de aquella guerra fueron los más fríos registrados en el siglo XX (el más gélido fue de 1941-1942).
Casi dos años antes, el 1 de septiembre de 1939, se iniciaba lo que posteriormente se conocería como la segunda guerra mundial. Con una rapidez impactante y una eficiencia desconcertante, Alemania se hizo con el control de prácticamente todo el continente europeo. Muchos veían con impacto como el país que ya había remecido el viejo continente con una sangrienta guerra hace menos de tres décadas, iba a repetir su historia, pero esta vez, estando ellos convencidos del triunfo final que no pudieron saborear en la primera guerra.
Para el 1941, Alemania había invadido y ya controlaba - indirecta o directamente - Austria, Checoslovaquia, Polonia, Croacia, Hungría, Eslovaquia. Italia era su aliado junto con España. Además, estaba sistemáticamente bombardeando Gran Bretaña con la fuerza aérea alemana, dado que, por el momento, una invasión por mar era una aventura muy compleja.
Hitler, quien a estas alturas estaba muy convencido de su infalibilidad como genio militar veía con apetito seguir su acelerada expansión mundial. ¿Qué hacer ahora? Hitler, venía diciendo desde ya hace un tiempo, que el enfrentamiento final de esta guerra sería con Rusia, que según su punto de vista, eran de una raza inferior que no merecía ver el mundo. Dado el aplastante éxito que las campañas anteriores tuvieron, decide adelantar sus planes. El propio Hitler confesó a unos de sus generales que si fue tan fácil lograr el control del este europeo, la campaña contra Rusia sería “un juego de niños”. Lo imposible sería posible.
Desde marzo del año 1941, el estado alemán puso un esfuerzo sobrehumano para realizar lo inhumano. A un paso aceleradísimo, se creó la logística de lo que vendría a ser el enfrentamiento militar más grande registrado en la historia del ser humano. El nombre de la operación sería “Barbarroja”. Más de tres millones de soldados fueron movilizados a la frontera entre Alemania y la Unión Soviética (otro récord del frente oriental) Otro dato impactante, consiste la utilización de 625,000 caballos. No solo el ser humano sufre, sino también, todos los otros seres vivos con los que compartimos la existencia (como alguna vez leí en algún libro, ellos sufren sin palabras, lo cual, es aún más aterrador). También, sumados a la ecuación, se incluían 3600 tanques, 600,000 vehículos motorizados, 2,500 aviones, entre otros.
Así aparecía el mapa europeo el día antes de la invasión a la Unión Soviética. La larga frontera entre las zonas verdes y azules sería la etapa inicial de combates a lo largo del frente oriental.
La tarde antes que se desatara aquella oscura etapa en nuestra historia, Hitler coordinaba los últimos detalles de la operación desde la capital alemana. El 21 de junio del 1941, en una reunión registrada en el diario personal de Goebbels, su leal ministro de propaganda solo salían palabras de éxito y confianza desde su boca. Pero, durante esa tarde noche en Berlín, su lenguaje corporal demostraba radicalmente lo opuesto. Evidentemente agobiado por los nervios y el agotamiento, aparecía exhausto. No podía quedarse tranquilo. No podía parar de caminar. Finalmente cerca de las 2.30 am, Hitler decide dormir un poco.
La operación Barbarroja empezaría en apenas unas horas, y mientras tanto, él dormía.
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